viernes, 16 de febrero de 2018

ENTONCES RECORDÉ...

...que yo también tenía mi jardín.

Todos los poetas de hoy en día presumen de jardín.
Sin jardín, parece que los poetas no pueden llegar a ser poetas.
El jardín es el mundo en miniatura de quien quiere llegar a ser poeta, y hasta que llegue el momento se entretiene robando los sueños del matorral de rosas, haciendo chirriar la puerta de la verja o subiéndose al limonero para contar las estrellas.

Porque el jardín tiene, además, aquel símbolo tan esencial que es la verja.
Las hay de todo tipo: de hierro, de madera, de aluminio...; pero todas dejan ver la vida que transcurre tras la verja.

He visto tantas cosas tras la verja...
Mi cara entre los barrotes miraba pasar el mundo tras la verja.

Yo estaba subida al limonero.
Subida al limonero inventaba un verso.
Decía así: "¿Cómo puedes ser tan feo jardinero?".
Luego para compensarlo por la malignidad de mi verso, convertía al jardinero en el protagonista de un cuento...

-estoy descubriendo a KAFKA-
-y más cosas-

-y más cosas-

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